La baja en la natalidad y el cambio en la estructura poblacional obligan a repensar el mundo del trabajo y su impacto en la sostenibilidad previsional. Con menos personas jóvenes incorporándose al empleo formal y una mayor permanencia en la vida laboral, se redefine el equilibrio entre quienes aportan al sistema y quienes dependen de él.
Este nuevo escenario modifica silenciosamente la estructura de la fuerza laboral. Según datos del INDEC, los hogares sin hijos ya son mayoría y la pirámide poblacional comienza a invertirse: hay menos trabajadores activos para sostener a una población que envejece. Esto representa un desafío no solo para los sistemas previsionales, sino también para empresas y organizaciones que deben adaptarse a plantillas más longevas.
Las nuevas necesidades incluyen desde entornos de trabajo ergonómicos hasta servicios de salud laboral específicos. También crece el interés por herramientas que acompañen el ciclo laboral completo, como coberturas complementarias y seguros orientados al retiro. En este contexto, el sistema de riesgos del trabajo puede cumplir un rol clave al ofrecer acompañamiento y soluciones en cada etapa.
La sostenibilidad previsional ya no es un tema lejano: es parte del presente y del futuro inmediato. Pensar políticas y estrategias que respondan a esta realidad será esencial para mantener un mercado laboral saludable y un esquema de protección social que se sostenga en el tiempo.