El término FOMO (Fear of Missing Out) se traduce como “miedo a perderse algo” y, aunque suele asociarse a las redes sociales, cada vez se manifiesta con más fuerza en los entornos laborales. El fomo en el trabajo aparece cuando una persona teme quedar excluida de proyectos, reuniones o decisiones, lo que puede derivar en estrés, sobreexigencia y agotamiento emocional.
Un fenómeno de la hiperconexión
En la actualidad, la disponibilidad constante de canales digitales —correos, chats, videollamadas— ha diluido los límites entre lo laboral y lo personal. Esta hiperconectividad favorece el fomo en el trabajo, ya que muchos empleados sienten que deben estar siempre presentes para no perder oportunidades o reconocimiento. El resultado: jornadas extendidas, dificultad para desconectarse y una sensación permanente de urgencia.
Impacto en la salud y en la productividad
El miedo a quedar fuera de la conversación o del equipo genera ansiedad, baja concentración y menor satisfacción laboral. Con el tiempo, puede afectar tanto la salud mental como el rendimiento. Los empleadores tienen un papel clave en detectar estas señales y promover un entorno donde se valoren los resultados y el equilibrio, más que la presencia constante.
Cómo pueden actuar las empresas
Fomentar una cultura de trabajo saludable implica establecer límites claros de comunicación, respetar los tiempos de descanso y reconocer el valor del bienestar emocional. Promover espacios de diálogo y capacitación sobre salud mental ayuda a reducir la presión y el aislamiento que el fomo en el trabajo puede generar.
El fomo en el trabajo es un desafío silencioso pero creciente. Identificarlo y abordarlo con políticas de cuidado no solo protege la salud de los empleados, sino que también fortalece equipos más sostenibles, comprometidos y equilibrados.
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