Las bajas temperaturas y los cambios climáticos propios del otoño representan desafíos concretos en materia de salud y seguridad en el ámbito laboral. Por eso, hablar de prevención en clima frío resulta clave para anticiparse a posibles riesgos y garantizar entornos de trabajo seguros.
La exposición prolongada al frío puede derivar en problemas de salud como hipotermia, lesiones músculo-esqueléticas o trastornos respiratorios. Además, el aumento de la humedad y las lluvias frecuentes generan condiciones propicias para caídas, resbalones y accidentes. En este contexto, las medidas preventivas no solo protegen la salud, sino que también contribuyen a la continuidad operativa de las empresas.
Entre las acciones recomendadas se encuentran el uso de indumentaria térmica adecuada, incluyendo guantes, calzado antideslizante y protección para la cabeza y el cuello. Es fundamental asegurar que las personas trabajadoras cuenten con espacios calefaccionados para realizar pausas, así como acceso a bebidas calientes que ayuden a mantener la temperatura corporal.
En lugares cerrados, revisar y mantener los sistemas de calefacción en buen estado evita riesgos de incendio o intoxicación por monóxido de carbono. También se deben reforzar las condiciones de iluminación y señalización en accesos, pasillos y zonas exteriores para evitar caídas. El mantenimiento preventivo de instalaciones cobra especial importancia en esta época.
Por último, fomentar una cultura preventiva implica reforzar la comunicación y la concientización entre los equipos. Adaptar rutinas y protocolos en función del clima es parte fundamental de una gestión responsable de la seguridad laboral. }
La prevención en clima frío es una herramienta estratégica para proteger a las personas y optimizar el trabajo diario sin interrupciones innecesarias.
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