En el mes de agosto celebramos el Día de las Infancias, una fecha dedicada a reconocer y valorar a los niños y niñas en ese período esencial de la vida donde los juegos, la educación y el desarrollo integral deben ser los protagonistas. Sin embargo, para muchos menores en todo el mundo, la realidad es otra: el trabajo infantil sigue siendo una problemática grave que vulnera sus derechos y limita sus oportunidades de futuro. Luchar para erradicarlo debe ser nuestra prioridad como sociedad.
Según un reciente estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en América Latina, aproximadamente 8 millones de niños y niñas están atrapados en el trabajo infantil, una realidad que no solo los priva de su niñez, sino que también los expone a riesgos físicos y psicológicos. UNICEF señala que estos números se elevan exponencialmente a la cifra de 160 millones cuando tomamos como referencia los casos a nivel mundial, y que viene aumentando de forma ininterrumpida en los últimos años. Erradicar el trabajo infantil debe ser un compromiso de todos y todas, desde los gobiernos hasta las empresas, pasando por cada uno de nosotros como sociedad.
El trabajo infantil tiene repercusiones en la economía y en el desarrollo social de los países. La falta de educación y las condiciones laborales peligrosas perpetúan el ciclo de pobreza, impidiendo que las futuras generaciones puedan aspirar a un mejor porvenir.
En este contexto, es vital que las empresas asuman su rol en la prevención del trabajo infantil, implementando políticas de responsabilidad social que aseguren condiciones laborales justas y promuevan la educación y el bienestar de los niños y niñas. Además, es fundamental que como sociedad estemos informados y activos en la lucha contra esta problemática, apoyando iniciativas que buscan proteger a los más vulnerables.